Indefinido.

«Pequeños contratos» los llamo yo. Hace un tiempo que vengo pensando en ellos. Son como pedazitos de acuerdos que nos hacemos cada vez que finalizan nuestras mágicas jornadas compartidas.

Una y otra vez sentimos esa sensación de bienestar emocional que nos colma, nos deja tiesos en un mar de suspiros, resecos de aire en nuestros pulmones, compartiendo miradas sin poder decir una sola palabra más que entendiéndonos con emocionadas miradas. Cuánto intercambio de sensaciones, puff muerto estoy!

Y así estamos, corriendo a favor de la tormenta, impulsados por nubarrones que cargan pesados vientos, cual dos coloridos salmones nadando ciegamente contra la corriente, esperando no estrellarnos en la orilla sino lograr sobrevivir en este lago colmado de especies hambrientas por devorarnos, desesperadas por separar nuestro nado sincronizado.

Hoy sellamos un nuevo sobre. Un nuevo contrato. Renovando el último que apenas tenía dos días.

A veces la espera es corta, otras suele ser un poco más espaciada. Generalmente intentamos que los contratos duren poco tiempo, cosa de no perder el entrenamiento logrado en nuestros estrangulantes abrazos o avasallantes besos.

El contrato de hoy y de acuerdo a la inmensidad de lo vivido tal como manda una de nuestras leyes, te lo dejo pasar por el tiempo que quieras. No expira, no voy a contar los días hasta volver a firmar uno nuevo.

Eso sí, que se repita. Que se repita!!!

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