Una y cincuenta y ocho de la tarde con cincuenta milésimas de segundo, no olvidáte! Es la una y cincuenta y nueve minutos de la tarde de hoy y las milésimas siguen cargando a sus espaldas el pesado tiempo que no pasa más… y yo acá, esperando, en la misma.
El que se va vive cosas nuevas cada segundo. Tu hermoso brazo que va a moverse para tomar un chocolate caliente no vuelve a moverse de la misma manera en toda la semana. Puede volver a moverse por otro chocolate o un café, quien sabe, pero en un pub o en un restaurant nuevo. No habrá repeticiones. Todo lo vivido es nuevo, lindo. Los sueños de un viaje hechos realidad.
Y yo acá, sin que cambie el gusto a la comida que pido en la cafetería los mediodías, que van a ser al menos cinco mediodías. Mismo camino a y desde casa, mismos grafitis y carteles rotos. Hay mas basura por ahí en los contenedores, pero que me altera a mi si vos no estás.
Infinito tiempo que no pasa, se atrasa, cada vez más lento y parece que fuese adrede que las agujas del reloj cada vez enlentecen más y maaas, a paaasos agigantadamente lentos.
“Es solo una semana” nos dijimos. “El tiempo pasa y cuando queramos acordar, se termino, y habré vuelto”… Como si la vuelta fuese a cambiar nuestras vidas para siempre. Como si la vuelta fuese a darnos todo aquello que anhelamos juntos. Eso sí, no nos va a cambiar tu vuelta pero no nos va a cambiar tu ida tampoco.
Todo lo que siento sigue aquí cual volcán por explotar con la lava más caliente que jamás haya tocado la Tierra. Todo lo que nos dijimos cae al fuego, quemándose en la hoguera del pecado permitiéndonos degustar los manjares más exquisitos del infierno. Somos química difícil de formular.
Hace dos horas, cuarenta y siete minutos, veinticinco milésimas de segundo que nos despedimos… y sigue siendo lunes!
Felicitaciones por este nuevo proyecto