Inexplicable mezcla de temperaturas paralelamente coexistentes, pares. Una sucumbiendo descaradamente la ciudad sin mayor alerta, solo nosotros conocemos su existencia, otra mucho más tímida, también secreta hierve de ganas y placer bajo el mesurado control de cada corazón que la contiene. Si no fuese por la piel, estallaríamos en lava de pasión, quemando todo lo que se nos cruza. Llamarada que nos quema por fuera y a su vez, latiendo bajo la piel, llamarada que nos consume segundo a segundo, inadvertida. Hace desearnos, físicamente atraídos por la única gravedad que nos sostiene, la del quererlo todo, siempre…
El caminar juntos por el shopping nos pone a ambos la piel de gallina.